miércoles, 12 de febrero de 2014

Moisés es Moisés


Al mismo tiempo que el grupo parlamentario del PP votaba como “un solo hombre y ni una sola mujer” contra la proposición no de ley del PSOE que pedía la retirada inmediata de la contrarreforma de la ley del aborto -dando con ello un nuevo y gigantesco paso atrás en el desarrollo social de este país-, presentaba una proposición no de ley urgente de reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial para acabar con la acción de la justicia española en relación a los casos de Justicia Universal reforma que, entre otras cosas, será aplicable de forma retroactiva a los casos que están ya abiertos y siendo investigados, por lo que automáticamente serán sobreseídos.

Que razón tenía mi muy admirado Joaquín Sabina cuando allá en el año 1990 a través de su canción “El muro de Berlín” del álbum “Mentiras Piadosas” auguraba:

No habrá revolución, es el fin de la utopía, que viva la bisutería.
Y uno no sabe si reír o si llorar, viendo a Trotsky en Wall Street fumar la pipa de la paz.

¿Tan difícil resulta llamar a las cosas por su nombre?. ¿El manual del buen político debe prescindir necesariamente de cualquier concesión al lenguaje meridiano y a la transparencia?. ¿Por qué hablamos de amor cuando queremos decir sexo?.


En lo mentideros de la corte madrileña se comenta que ha telefoneado a Rajoy el premier Li Keqiang, por orden de Xi Jinping, presidente de ese minúsculo estado de cerca de 1.350 millones de habitantes, cuya forma de gobierno se define como “república popular socialista de mercado”, segundo tenedor de deuda pública española (unos 75.000 millones de euros), instando al gobierno español a que “sepa cómo resolver este problema que incide en el desarrollo positivo de las relaciones bilaterales”.

Se lo ha pedido a ese mismo gobierno que otorgará permisos de residencia a los extranjeros que realicen una inversión significativa o un proyecto empresarial de interés general y/o a los que compren deuda pública por importe superior a dos millones de euros, así como a los que lleven a cabo adquisiciones inmobiliarias por encima de 500.000 euros. Es decir, a ese gobierno que está dispuesto a conceder la nacionalidad española o permisos de residencia a un amplio colectivo de ciudadanos chinos y rusos que han sabido enriquecerse con los respectivos procesos de “apertura” de sus sistemas de gobierno (hacia el más feroz de los capitalismos), colectivo que, en un porcentaje significativo y con toda probabilidad, estará integrado por gentes sin escrúpulos pertenecientes a la más acreditada mafia internacional.

En paralelo, el gobierno de Rajoy modificará el Código Civil para conceder la nacionalidad española a los descendientes de los judíos que en 1492 fueron expulsados de la península Ibérica por los Reyes Católicos (se habla de unos 3,5 millones de sefardíes), lo que dentro del proceso de reestructuración del sector público empresarial y fundacional español puede interpretarse como la liquidación definitiva de la internacionalmente reconocida mercantil “Inquisición Española, S.A.” y el retorno de emigrantes (más de 500 años después), obviamente con sus correspondientes patrimonios, lo que al menos contribuirá a hacer este país algo más “ladino”.

Desembarazados de Garzón, y rechazada por la Fiscalía del Tribunal Supremo la solicitud de indulto presentada por la Asociación de Magistrados Europeos por la Democracia y las Libertades, ya que “no ha reconocido los hechos y tampoco ha mostrado arrepentimiento para la concesión de esta medida de gracia”, y con la excepción tal vez de Almodóvar y tres o cuatro amigos suyos, apenas quedan barreras que se opongan a este tsunami involucionista asociado a la “realpolitik”. 
Se acabaron los perjuicios económicos para las empresas españolas en China por los ya olvidados genocidios en el Tibet; en Israel, a causa de la masacre cometida por los militares en Gaza en el año 2002; en Marruecos, por los continuos crímenes contra el pueblo saharaui, cuyo futuro no interesa a casi nadie; en Argentina, por los asesinatos y atrocidades cometidos por la dictadura militar entre los años 76 a 83, crímenes que hasta la fecha han dificultado la progresión económica de YPF, Endesa, Telefónica o Gas Natural. Y es que los escrúpulos morales e incluso los convenios de Ginebra, pueden llegar a ser un importante obstáculo para los negocios.

La defensa de la jurisdicción internacional, al igual que la defensa de la ética en la acción internacional de los estados y de las empresas multinacionales constituye sin duda un objetivo muy digno pero nada conveniente, ya que obstaculiza la obtención del beneficio económico a la hora de competir con terceros que carecen de estas barreras éticas y/o legales, y ya lo dijo Juan Roig, “tenemos que imitar la cultura del esfuerzo con la que trabajan los chinos en España”.

A Deng Xiaoping se le atribuye la frase de “hay que abrir las ventanas para que entre el aire fresco, aunque guardándonos de los insectos que también entrarán con ese aire (referencia al capitalismo)”. Sus políticas sacaron de la pobreza absoluta a cientos de millones de chinos y situaron a la República Popular en la senda de convertirse en una de las superpotencias económicas del mundo, aunque para ello tuviera que ordenar a los carros de combate masacrar a casi 3.000 manifestantes en la Plaza de Tian'anmen en 1989, y favoreciera las enormes desigualdades económicas y sociales de la China actual (más de 12 millones de millonarios), dejando el control del Estado en manos de burócratas y empresarios.

Hasta los israelitas, están abandonando la defensa de sus ancestrales valores cuando se trata de hacer negocios. Su gobierno intenta posicionar a Haifa -paso fronterizo de Sheikh Hussein con la zona franca Jordan Gateway Industrial Park (JGIP), puerto de Haifa y línea de tren Eilat-Ashdod- como un centro de trasbordo y una vía de paso para el comercio al resto de Medio Oriente alternativo al Canal de Suez, a pesar de que mantiene conflictos diplomáticos y políticos con la mayor parte de los países de la región, bajo el lema “divorciemos la religión de la política, los negocios son negocios, y Moisés es Moisés”.

Hubo un tiempo en el que en este país teníamos un sistema de valores que defender a ultranza, aunque muy poco que llevar a la olla. Años más tarde, fuimos abandonando parte de esos valores porque nos dificultaban los negocios e incomodaban a la hora de divertirnos, aunque al llegar la noche, la olla estaba siempre llena. Desde hace más de cinco años, la olla de gran parte de la población española vuelve a estar vacía, mientras  nuestros dirigentes intentan desprenderse de cualquier resto incómodo de los valores de antaño, valores asociados a la defensa de los derechos humanos y a la dignidad de las personas, por entender que constituyen un obstáculo para la obtención del beneficio por parte de unos pocos. ¡Si al menos legalizaran la marihuana!.
Ha muerto Rasputín, se acabó la guerra fría, que viva la peluquería.

Y uno no sabe si reír o si llorar, por lo menos que le pongan hash a la pipa de la paz.