jueves, 16 de enero de 2014

Las vacas gordas de Lagarde y las diez plagas de Egipto



Como Moisés, Mariano Rajoy tuvo que abandonar “Egipto” como consecuencia de la pérdida de las elecciones de marzo de 2004, tras ser nombrado delfín por el “faraón” José María Aznar en septiembre del año anterior, y trabajar como pastor de las ovejas populares en su propio desierto de Madián hasta el 20 de noviembre de 2011, fecha en la que su pueblo pudo liberarse al fin de la tiranía de los socialistas, alzándose con la ansiada mayoría absoluta.

Lejos quedaba su etapa de “vocero” del gobierno intentando justificar el desastre ecológico del Prestige o el apoyo a George W. Bush durante la invasión de Irak de 2003. Según narra la Biblia, en cierta ocasión que llevó a su rebaño al monte Horeb, vio una zarza que ardía sin consumirse. Cuando se volvió a un lado para observar más de cerca aquella maravilla, el Dios Yahveh le habló desde la zarza, revelando su verdadero significado, lo que dio origen a una de las obras literarias con mayor vocación de transcender “En confianza. Mi vida y mi proyecto de cambio para España. Editorial Planeta. Año 2011”.

Pero vayamos a lo que importa. Todas las desgracias que nos han acaecido a los españoles son, si prestamos atención a las diferentes autoridades del FMI, Comisión Europea, Banco Central Europeo y Gobierno de las Españas, castigo divino por nuestros pecados anteriores (especialmente en la época de ZP), por haber prolongado la “movida de los 80’s” durante casi tres décadas de excesos y gastos por encima de nuestras posibilidades, y como guinda final, por no haber admitido la autoría etarra de los atentados del 11 de marzo, con la consiguiente pérdida de poder para el Partido Popular. Una nueva edición de las 10 plagas de Egipto, que han asolado este país para purificarlo de sus excesos y curarle de la resaca de esa larga e impúdica fiesta.

No es casual que Lagarde alabe a Rajoy prafraseando a José, el hijo de Jacob y Raquel (libro del Génesis), interpretando su sueño y anunciando “orbi et orbe”, que los siete próximos años serán  de vacas gordas, o sea, de abundancia y prosperidad, con la advertencia implícita de no volver a la senda anterior a riesgo de sufrir nuevamente las iras de Yahveh, una vez terminadas las plagas que ha tenido a bien enviarnos.

Brevemente, vamos a echar mano del Nuevo Testamento y de la Torá para comprobar que hay de cierto en ello:

I - Sangre (Éxodo 7:14-25)

Desconozco si ha sido cosa de Aaròn al levantar su báculo sobre el río Nilo o si, como afirman los agnósticos de National Geographic, la causa hay que buscarla en la erupción de un volcán en la isla de Santorini y sus consiguientes terremotos, que al provocar escapes de dióxido de carbono y hierro (hidróxido de hierro), han teñido las aguas de nuestros ríos. En todo caso, empezaron siendo gotas de sudor de millones de españoles, que se transformaron en lágrimas a medida que iban perdiendo sus puestos de trabajo, viviendas y protección social de todo tipo, para acabar tiñéndose de rojo sangre, mezcla de desesperación e indignación contra los verdaderos responsables de esta orgía de especulación financiera y del ladrillo, que no solamente han salido indemnes de ella, sino exigiéndonos enormes sacrificios al resto, mientras recuperan e incrementan nuevamente sus beneficios.

II - Ranas (Éxodo 7:25,8:1-15)
III - Mosquitos (Éxodo 8:16-19)
IV - Tábanos (Éxodo 8:20-32)

Tal vez Aarón haya estirado su vara sobre el agua para hacer aparecer una invasión de ranas, golpeado la arena para convertirla en nubes de mosquitos e insectos capaces de dañarnos a todos, o tal vez, la falta de Oxígeno provocada por la erupción y los terremotos, que  acabó con los peces, no pudo hacerlo con las ranas, que se apresuraron a salir de las aguas contaminadas, mientras que la ausencia de agua limpia nos llenaba a los españolitos de piojos y moscas. La realidad es que nunca como ahora, habíamos sido tan conscientes de estar rodeados de batracios (que hasta la crisis considerábamos príncipes), y de parásitos que han invadido y “okupado” ayuntamientos, diputaciones, parlamentos, gobiernos regionales, senado, cortes, patronales, sindicatos,…

V - Pestilencia (Éxodo 9:1-7)
VI - Úlceras y sarpullido incurable (Éxodo 9:8-12)

La pestilencia que envuelve este país cada vez es mayor, y solo los turistas, como en su día los israelitas (que tan solo quieren divertirse), parecen resultar inmunes a ella. Los españoles padecemos de un sarpullido generalizado, que probablemente no proceda del hollín arrojado por Moisés, ni del dióxido de carbono mezclado con el aire, sino de la contemplación diaria en las pantallas de nuestros televisores de la desfachatez con la que nos intentan manipular, afirmando que la realidad es lo que ellos dicen ser y no lo que nosotros experimentamos en nuestras carnes día a día.

VII - Granizo de hielo y rovas (Éxodo 9:13-35)
VIII - Langostas (Éxodo 10:1-20)
IX - Oscuridad (Éxodo 10:21-29)
X - Muerte de los primogénitos (Éxodo 11,1-12;29-51)

Y Moisés estiró su vara hacia el cielo para que la tormenta comenzara; luego la estiró sobre Egipto para recoger un viento del Este que trajera un enjambre de langostas; más tarde, estiró sus manos al cielo para que la oscuridad cayera sobre Egipto durante tres días imponiéndose al dios del Sol Ra, y por último Dios ordenó a los hebreos marcar sus puertas con la sangre de un cordero, para salvar a sus primogénitos de la muerte, o tal vez, cayó granizo volcánico procedente de la erupción en Santorini, las bajas temperaturas provocaron que nubes de langostas en masa se posaran en Egipto, la nube de cenizas alcanzó el delta del Nilo y provocó la oscuridad, y el dióxido de carbono (más pesado que el aire), mató por asfixia a los que dormían en camas a nivel del suelo (los primogénitos egipcios).

Desde que se inició la gran crisis, personificada en la quiebra del gigante financiero Lehman Brothers Holdings Inc, la tormenta no ha cesado, y las langostas disfrazadas de políticos, financieros y “globales” ejecutivos de diferente pelaje, se alimentan de cualquier cosecha sospechosa de provenir de la siembra pasada del Estado de Bienestar: acceso a un empleo decente, a una vivienda digna, a la salud, a la educación, a la protección social,…, haciendo caso omiso al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas cuando afirma que “el ejercicio de los derechos humanos no puede subordinarse a la aplicación de las políticas de ajuste estructural y las reformas económicas emprendidas a causa de la deuda”. 

Seguimos atravesando un larguísimo y oscuro túnel al final del cual no está claro si nos aguarda la luz o un terrible precipicio por el que nos despeñaremos sin remisión, y mientras tanto, nuestros primogénitos, sin presente, y sin futuro, se alistan forzosos en el ejército de la emigración emulando a las generaciones de españolitos que en los 60’s y 70’s aportaron con su sacrificio personal y familiar, las divisas necesarias para minimizar el déficit de la balanza comercial y de pagos.

En conclusión, en los últimos días hasta el Presidente Obama ha elogiado a Mariano Rajoy afirmando que “gracias a su gran liderazgo se ha estabilizado la economía española, se está creando crecimiento y se ha logrado reducir el déficit”. El director del fondo de rescate de la UE (MEDE), el alemán Klaus Regling, todavía ha ido más lejos ya que, además de elogiar las "significativas reformas” llevadas a cabo por el Gobierno de Mariano Rajoy en el mercado laboral y en pensiones,  ha afirmado que España está sentando las bases para convertirse en el "motor económico" de Europa en un plazo de cinco años.

Todos estos elogios están contribuyendo sin duda a dar oxígeno a un gobierno y partido en el poder que no disfrutan precisamente de su momento más álgido, pero aún así, no es suficiente. Tanto Rajoy como Lagarde tienen sólidas razones para defender que estamos saliendo de la última de las plagas, Rajoy por que no puede consentir que una crisis económica le estropee sus expectativas electorales en 2015, y Lagarde por que 2014 es el 7º año de la crisis,  y el 7  es un número mágico donde los haya, citado en la Biblia, por Pitágoras, Dante y tantos otros personajes ilustres, 7 son los mares, los planetas, los pecados capitales,…, e imitando al hijo de Jacob, ahora tocan otros 7 de abundancia. ¿No es razón suficiente?.

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